29/01/14
Máximo goleador de la liga de los corazones rotos. Pichichi de las almas heridas. El cabrón de las botas de oro... Cuantos títulos acapara sólo para él. Con el once a la espalda y con once a sus pies. Levanta pasiones allá donde va, besan el suelo que pisa. Apunta con sus bonitos ojos, dispara la sonrisa y gol en toda tu alma, por la escuadra de los sentimientos a flor de piel. Lo celebra guiñándote un ojo y se acabó, final del partido. Has perdido, y te quedas ahí tirada en el suelo como un portero abatido en el último penalti de la tanda. Sentada sin saber por donde te ha caído, mirando al vacío tratando de desatornillar el recuerdo de una sonrisa fugaz. Su fugaz sonrisa. Enamorada de alguien que ha reparado en ti el tiempo suficiente para hacerte trizas, y después de eso ¿Qué te queda? Un nudo en la garganta y un moratón donde antes tenías el corazón. Un marcador que te delata Visitante 1 - 0 Residente. Y las lágrimas que escuecen como ácido, lágrimas de impotencia por no haber sido capaz de parar la oleada de sentimientos, la marea de sensaciones. Gritos acusadores hacia una defensa inmóvil que no hizo nada para impedir que atravesara tu coraza, que le abrieron paso hasta tu corazón, y lo dejaron campar a sus anchas hasta lo más profundo de tu ser. Nadie hizo nada para evitar que lanzase un tiro a quemarropa que destruyó hasta el mínimo ápice de amor propio.
Máximo goleador de la liga de los corazones rotos. Pichichi de las almas heridas. El cabrón de las botas de oro... Cuantos títulos acapara sólo para él. Con el once a la espalda y con once a sus pies. Levanta pasiones allá donde va, besan el suelo que pisa. Apunta con sus bonitos ojos, dispara la sonrisa y gol en toda tu alma, por la escuadra de los sentimientos a flor de piel. Lo celebra guiñándote un ojo y se acabó, final del partido. Has perdido, y te quedas ahí tirada en el suelo como un portero abatido en el último penalti de la tanda. Sentada sin saber por donde te ha caído, mirando al vacío tratando de desatornillar el recuerdo de una sonrisa fugaz. Su fugaz sonrisa. Enamorada de alguien que ha reparado en ti el tiempo suficiente para hacerte trizas, y después de eso ¿Qué te queda? Un nudo en la garganta y un moratón donde antes tenías el corazón. Un marcador que te delata Visitante 1 - 0 Residente. Y las lágrimas que escuecen como ácido, lágrimas de impotencia por no haber sido capaz de parar la oleada de sentimientos, la marea de sensaciones. Gritos acusadores hacia una defensa inmóvil que no hizo nada para impedir que atravesara tu coraza, que le abrieron paso hasta tu corazón, y lo dejaron campar a sus anchas hasta lo más profundo de tu ser. Nadie hizo nada para evitar que lanzase un tiro a quemarropa que destruyó hasta el mínimo ápice de amor propio.
Tú eres la única perdedora de este partido, y no hubieses sido capaz de dar la vuelta al marcador ni aunque hubieses comprado al árbitro.
Él es demasiado perfecto.